Durante los últimos días, muchos lectores han escrito sobre el carnaval; algunos para elogiar y otros para criticar. También, en días previos a los cuatro días oficiales, la prensa se dedicaba a ambientar al público, contándonos anécdotas e historias de carnaval e informando sobre los pormenores de la organización del evento.
Sin embargo, tanto antes como después de las fiestas del Rey Momo, brillan por su ausencia comentarios respecto de los hacedores del carnaval y si bien es cierto, se encontraron algunas notas sobre algunos de los protagonistas de los desfiles, es mínimo comparado con todo lo demás
No deja esto de ser curioso, por cuanto, por tratarse de un Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, se supone que son los hacedores los máximos protagonistas.
Nadie se pregunta quienes son esas personas que, dejando de lado la posibilidad de sentarse a disfrutar de las fiestas, se someten a enfundarse en un disfraz y soportar el sol y las altas temperaturas de la Vía 40, para hacer parte de un desfile en donde la única retribución es recibir los aplausos y gritos de la gente.
Hago parte de una comparsa, “Las Marimondas del Barrio Abajo” y en los tres años que llevo vinculado a ella, he aprendido a respetar a esos hacedores. No me incluyo como tal, por que considero que aun no he hecho los meritos para incluirme en esa categoría.
He visto gente de todos los estratos, desde los mas humildes hasta grandes empresarios, abrazado en la Vía 40, sonrientes y felices luego de terminar el recorrido, comentando lo bien, y en algunos pocos casos lo mal que lo hicieron.
Sin embargo, hace falta un análisis sociológico que explore la mentalidad de estos personajes por que, es claro que no todo el mundo esta dispuesto a realizar ese aporte al carnaval.
Algunas personas llegan un año y nunca vuelven, pues lo hicieron solo por la curiosidad de saber que se sentía, pero el resto, la gran mayoría, llevan varios años, algunos toda la vida, participando en los eventos carnestolendicos.
Conozco casos muy singulares; en el “Cipote Garabato” participan desde hace 16 años una abogado y su esposa; el, alto directivo de la Universidad del Atlántico y ella, funcionaria de la justicia. De “Las Marimondas del Barrio Abajo” hacen parte varios pensionados del Estado, así como jóvenes que se dedican al mantenimiento de computadores o hasta a oficios informales, pero paralelamente se encuentran abogados, médicos e ingenieros, algunos con sus parejas, otros solos, que llevan 10 o 15 años participando de la comparsa.
¿Qué tienen en común esas personas? Pertenecen a clases sociales diferentes, se dedican a actividades distintas, se ganan la vida de formas totalmente disímiles y sin embargo, cuando suena la música que acompaña a cada una de sus comparsas, se funden en un solo sentimiento, y durante cuatro días, son como hermanos que acuden a la casa de su madre a disfrutar del calor del hogar; se transforman, dejan de lado su vida ordinaria y, mezclados entre la multitud de danzantes, se funden en una sola especie social, que en buen momento ha sido denominada HACEDORES DEL CARNAVAL.
¿Qué los impulsa? Nadie lo sabe, pero cada año, a medida que se acercan las fechas señaladas para los desfiles, se van reencontrando, dispuestos una vez mas a dejar su sudor en la Vía 40.
De mi parte, un homenaje a todas esos personajes tan singulares y, sinceramente, espero algún día poder ser considerado de pleno derecho como un hacedor del carnaval.
JOSELITO
Sin embargo, tanto antes como después de las fiestas del Rey Momo, brillan por su ausencia comentarios respecto de los hacedores del carnaval y si bien es cierto, se encontraron algunas notas sobre algunos de los protagonistas de los desfiles, es mínimo comparado con todo lo demás
No deja esto de ser curioso, por cuanto, por tratarse de un Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, se supone que son los hacedores los máximos protagonistas.
Nadie se pregunta quienes son esas personas que, dejando de lado la posibilidad de sentarse a disfrutar de las fiestas, se someten a enfundarse en un disfraz y soportar el sol y las altas temperaturas de la Vía 40, para hacer parte de un desfile en donde la única retribución es recibir los aplausos y gritos de la gente.
Hago parte de una comparsa, “Las Marimondas del Barrio Abajo” y en los tres años que llevo vinculado a ella, he aprendido a respetar a esos hacedores. No me incluyo como tal, por que considero que aun no he hecho los meritos para incluirme en esa categoría.
He visto gente de todos los estratos, desde los mas humildes hasta grandes empresarios, abrazado en la Vía 40, sonrientes y felices luego de terminar el recorrido, comentando lo bien, y en algunos pocos casos lo mal que lo hicieron.
Sin embargo, hace falta un análisis sociológico que explore la mentalidad de estos personajes por que, es claro que no todo el mundo esta dispuesto a realizar ese aporte al carnaval.
Algunas personas llegan un año y nunca vuelven, pues lo hicieron solo por la curiosidad de saber que se sentía, pero el resto, la gran mayoría, llevan varios años, algunos toda la vida, participando en los eventos carnestolendicos.
Conozco casos muy singulares; en el “Cipote Garabato” participan desde hace 16 años una abogado y su esposa; el, alto directivo de la Universidad del Atlántico y ella, funcionaria de la justicia. De “Las Marimondas del Barrio Abajo” hacen parte varios pensionados del Estado, así como jóvenes que se dedican al mantenimiento de computadores o hasta a oficios informales, pero paralelamente se encuentran abogados, médicos e ingenieros, algunos con sus parejas, otros solos, que llevan 10 o 15 años participando de la comparsa.
¿Qué tienen en común esas personas? Pertenecen a clases sociales diferentes, se dedican a actividades distintas, se ganan la vida de formas totalmente disímiles y sin embargo, cuando suena la música que acompaña a cada una de sus comparsas, se funden en un solo sentimiento, y durante cuatro días, son como hermanos que acuden a la casa de su madre a disfrutar del calor del hogar; se transforman, dejan de lado su vida ordinaria y, mezclados entre la multitud de danzantes, se funden en una sola especie social, que en buen momento ha sido denominada HACEDORES DEL CARNAVAL.
¿Qué los impulsa? Nadie lo sabe, pero cada año, a medida que se acercan las fechas señaladas para los desfiles, se van reencontrando, dispuestos una vez mas a dejar su sudor en la Vía 40.
De mi parte, un homenaje a todas esos personajes tan singulares y, sinceramente, espero algún día poder ser considerado de pleno derecho como un hacedor del carnaval.
JOSELITO
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