miércoles, 29 de septiembre de 2010

SINCRETISMO Y MASONERÍA

Por: Fabian Velez
M:.M:.

El hombre vulgar, cuando emprende una cosa,

la echa a perder por tener prisa en terminarla.

Lao Tse


Aunque la masonería tradicionalmente fue vista como una institución secreta, la realidad es que simplemente es discreta; la diferencia entre la masonería de antaño y la actual, radica en que cada vez somos mas permeables a la influencia de movimientos, ritos o religiones que en tiempos pasados, no tenían como llegar a la masonería pero que, a través del avance tecnológico, han logrado ingresar a nuestros templos sin recato alguno.


Esto ha tenido como consecuencia que se presente un sincretismo de todos estos movimientos con la masonería, promovido principalmente por HH:. que, habiendo recibido una deficiente instrucción masónica, han llegado a la conclusión que la masonería es apenas un nombre, un emblema, detrás del cual reciben cobijo cualquier tipo de ideas, dejando de lado el método de instrucción masonico y olvidando que la masonería, sin ser un fin en si misma, posee unas características que la hacen exclusiva y excluyente.


Si bien es cierto, la masonería puede ser abordada desde diversos puntos de vista, como el esoterismo, el hermetismo, el espiritualismo, el racionalismo, el laicismo, el nacionalismo e incluso el deismo, no menos cierto es que debe existir, y de hecho existe, un punto de confluencia entre todas estas vertientes dentro de la Orden.


Este punto de confluencia son los símbolos y signos masónicos, rasgo distintivo de los masones de todo el orbe, que sin ser definitivo y estrictamente determinado, involucra una serie de conceptos y formas de inducción que hacen que en ultimas, todos los masones terminen pareciéndose. Bien dice Luis Umbert Santos que: “Uno de los medios mas poderosos que tienen los francmasones para reconocerse entre si, y también para acreditar el grado que poseen, sean del rito que fueren, son los signos”[1] De allí la tradición del reteje, en donde un masón es sometido a prueba en cuanto a sus conocimientos como tal, poniéndose en duda su calidad de miembro de la Orden, si no acierta a responder.


Sin embargo, el sincretismo al que nos vemos avocados, nos lleva a pensar que la falta de instrucción masónica esta generando una perdida de identidad, provocada por que el método masonico esta siendo utilizado solo como excusa para reunirse a aplicar y transmitir principios o doctrinas ajenas a la Orden.


Pero antes de seguir adelante, alinderemos el tema y comencemos por el sincretismo como tal. Según el DRAE, se define sincretismo como un sistema filosófico que trata de conciliar doctrinas diferentes, y en otra acepción se dice que es una expresión en una sola forma de dos o más elementos lingüísticos diferentes.[2]


Pues bien, la situación actual de muchas logias hace honor a ambas acepciones. Por una parte, en algunos talleres se ha tratado de hacer coincidir la masonería con el ideal de muchos movimientos iniciaticos, que sin ser nada malo o erróneo, simplemente no son masonería. Así mismo, identificando el simbolismo masonico como una forma de comunicación, mas comúnmente como una lengua, se le trata de equiparar con expresiones o símbolos profanos, entendido esto ultimo como aquello que no es masonico.


Si aun no hay claridad al respecto, un ejemplo de sincretismo es tratar de identificar la masonería, sus símbolos y sus principios, con temas religiosos, herméticos y hasta políticos. Que en muchos casos la interpretación del símbolo masonico coincida con otras vertientes, es otra cosa.


Y que quede bien sentado, que cualquiera de las anteriores son formas validas de avocar la masonería, pero respetando la esencia de la Orden, porque no es lo mismo que se discuta en logia sobre un tema especifico, a que la tenida se convierta en una alegoría del tema de discusión, pues de esa forma la masonería como tal, pierde su sentido.


Se ha llegado incluso al punto que algunos símbolos tradicionales masónicos están siendo reemplazados o, sistemáticamente eliminados, al no compaginar con la ideología de los movimientos que se quieren asimilar a la Orden, e incluso las ceremonias solemnes se han ido desnaturalizando y se le han incluido principios que nada tienen que ver con el Arte Real.


Entonces, es menester recordar que una de las obligaciones de todo V:.M:. es nunca dejar de lado la enseñanza masónica en el seno de los talleres[3], pero, ¿como exigir el cumplimiento de esa obligación a aquel que accede al cargo sin haber recibido una correcta instrucción? No se puede enseñar lo que no se ha aprendido, como no se puede dar lo que no se tiene.


Cuathemoc D. Molina Garcia 33°, miembro de la Logia Concordia #1 Xalapa, Veracruz, G.L. Unida Mexicana, nos dice lo siguiente: “Afirmamos aquí que la esencia de la Masonería -los tres Grados básicos- radica en su simbolismo, y éste, en su ritualidad ceremonial. Por tanto, prescindir de los procesos rituales en los conferimientos de los Grados esenciales del Gremio constituye una grave falta al espíritu formativo y a la transmisión correcta del saber y del sentir masónicos. No puede un sujeto afirmar que posee la Masonería, si los Grados le fueron conferidos a "golpe de mallete". ¿Cómo puede un individuo expresar sus impresiones y experiencias, si jamás tuvo la oportunidad de vivir la experiencia iniciática, por simbólica que ésta sea?”[4]


La pagina web de la Respetable Logia Simbólica Femenina "MARIE CURIE" No. 34 de la G:.L:.U:.F:. ALMA MEXICANA. nos dice que “aunque la masonería tiene reglamentos específicos para otorgar los grados en sus diferentes ritos y en sus diferentes naciones, la obtención de los grados es un asunto personal, ya que son los deseos de superación y los niveles de participación, iniciativa, entusiasmo y responsabilidad los que fijen los tiempos en que cada miembro de la logia vaya obteniendo los grados y los cargos.”[5]


Eso nos lleva entonces a la labor de las luces del taller, quienes deben procurar que AApr:. y Ccomp:. vayan recorriendo el camino masonico de forma metódica, interiorizando los principios de la Orden, valorando y entendiendo sus símbolos y signos. No es posible que, simplemente por llenar los requisitos de forma, como lo son el paso del tiempo, la presentación de trabajos o la asistencia a determinado numero de tenidas, se otorguen grados masónicos, si ese H:. en realidad no ha comprendido a que se viene a la masonería o, lo que es aun peor, ni siquiera se le ha transmitido el conocimiento necesario para entenderlo.


Y es que, por esa vía, se puede llegar a exabruptos como el del Q:.H:. Tomas Cipriano de Mosquera quien se inventó un grado 34 denominado “Acrisolados Amigos de Colombia”. y de una vez se lo fue otorgando a sí mismo.[6]


Lo hasta aquí dicho, no implica una defensa a ultranza de la ortodoxia masónica, en donde el símbolo lo es todo, por que lo que en realidad se quiere significar es que, para lograr los reales objetivos de la masonería se debe, ante todo, respetar su esencia para, a través de ella, alcanzar “la felicidad del hombre por el bienestar de las mayorías”[7]


Y para ello tenemos el método masonico, cuyos aspectos básicos son El Rito, El Debate y la La Fraternidad, en donde el primero, el rito, señala el modo de hacer y de decir y mantiene el orden de los procesos, conteniendo además el simbolismo asociado al método, lo cual proporciona el conjunto de elementos que inducen a la reflexión. El segundo, el debate, supone para el masón un aprendizaje en el control de las emociones y en la autorregulación del individuo, ya que se debe enfrentar a la posibilidad de cuestionamiento a sus planteamientos, aceptando ese hecho con madurez y prudencia. Y el tercero, la fraternidad, como la síntesis que da sentido a todo lo demás, donde el verdadero masón va a reflejar lo que va aprendiendo en el trabajo de pulir su piedra bruta.[8]


Para desarrollar estos aspectos básicos tenemos, según Javier Otaola, ex Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica Española, tres principios o criterios que a todos nos obligan: 1. El deber de transmisión, entendido como la asunción por parte los hermanos mas veteranos de que son depositarios de unos conocimientos que no les pertenecen, sino que están en sus manos para ser cabalmente transmitidos a los hermanos masónicamente mas jóvenes. 2. La pureza de la transmisión, queriendo ello significar la lealtad de cada masón para con la integridad y la riqueza del conocimiento masónico recibido, es decir: los mitos, símbolos, rituales, costumbres y las virtudes morales e intelectuales veneradas tradicionalmente entre masones. Y 3. Modernidad de la transmisión, aspecto que se refiere a que la transmisión del conocimiento masonico debe ser en un idioma y de tal forma que este acorde con los tiempos actuales, pero sin desentonar con las tradiciones masónicas.[9]


Si nosotros, como MM:.MM:. logramos interiorizar el método masonico, dándole aplicación permanente en nuestros talleres, estaremos formando una nueva generación de masones que respeten la Orden y nunca pretendan amalgamarla con otros movimientos, preservando su sentido, su finalidad y por sobretodo, su identidad.



Recibid todos un T:.A:.F:.




[1] GUIA DE ORO DEL FRANCMASON, Luis Umbert Santos

[2] DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA - Vigésima segunda edición

[3] GUIA DE ORO DEL FRANCMASON, Luis Umbert Santos

[4] http://revistaheredom.blogspot.com/2009/09/la-feria-de-los-grados.html

[5] http://rlsfmariecurie34.hostoi.com/Mc_05_PreguntasFrec.htm

[6] http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/abril2008/ensaladilla.htm

[7] GUIA DE ORO DEL FRANCMASON, Luis Umbert Santos

[8] http://rlaltuna.com/planchas/IZETA_EL_Metodo.pdf

[9] http://colectaneamasonica.blogspot.com/2008/07/la-trasnmisin-del-mtodo-masnico.html



martes, 14 de septiembre de 2010

¿ERES MASÓN?

Por: Pablo De La Peña Páez
M:. M:.

V:.M:. En la vida profana aprendimos que había una sociedad de concepción unitaria, monolítica, en la que los seres humanos allí congregados realizaban los mayores esfuerzos por colaborarse en la realización de sus aspiraciones, endiendo la mano al necesitado, prestando auxilio a quien lo requiriese, a pesar que esto les demandase la mayor actividad posible.


Ingresamos a la orden y nos mostraron la piedra bruta, esa deforme y dura masa, en la que además estuvimos sentados. Nos entregaron herramientas para su labor:


La regla, con la que los operarios toman dimesiones al tamaño de la obra a realizar, permite limitar el espacio de los trabajos y cuantificar con esos límites el material necesario.


El cincel con el cual esculpen la piedra y le dan forma enviando con estas un mensaje, el cual en tiempos pretéritos servía para comunicarse, y antropológicamente nos decifra costumbres, actividades y hasta la forma de pensar de nuestros primitivos ancestros, con él se moldea la piedra que se requiere para el embellecimiento de las edificación.


El mazo que le imprimía al cincel la fuerza necesaria para ir desgastando irregularidades de esa piedra, que le imprime el toque de fino acabado a la rústica materia prima.


La escuadra y el compas por su precisión permiten resolver delicados proceso operativos de la construcción, dándole toque de perfección a la obra que ha sido encomendada.


Pero esta es una labor de operarios de construcción. QQ:.HH:. cuantos de nosotros profesionalmente desarrollamos labores de construcción. Q:.H:. Maest:. De Cerem:., servios contar cuantos somos.


Maest:. de Cerem:. El 7% V:.M:.


V:. M:. Lo veis QQ:.HH:. para ser Mas:. No se requiere ser profesional de la construcción, nuestra masonería e simbólica, nos han entregado un piedra bruta que tienen un mensaje, hacernos conocer que somos y unas herramientas, simbólicas, las cuales nos permiten labrar la piedra de nuestra personalidad, para que podamos ser útil a la sociedad y a nosotros mismos, por lo cual debemos preguntarnos.


¿Hemos tomado medida de nuestras palabras, par evitar herir a otros, HH:. MMas:. O no?


¿Hemos tomado medida de nuestro espacio y el de los demás?


¿ Actuamos con la rectitud que nos orienta esa regla?


¿Ese cincel que hemos tenido en mano nos ha permitido retirar de nosotros la envidia, codicia, ambición, la ignorancia ?


¿Hemos utilizado ese mazo para imprimir fortaleza, y poder con ese cincel alejar de nosotros?


Como podemos apreciar es muy diferente la primigenia masonería operativa, fundada para ejercer trabajo cooperativo y ayuda entre profesionales de la construcción, cuyo primera intención se asimiló más a una organización sindical, que a una congregación esotérica o religiosa, en la cual se defendía el trabajo de los asociado. La persecución de la organización por sus éxitos laborales, ajenos para ejercicios individuales, nos llevó a ser una sociedad secreta, que por su gran extensión debió identificar a sus miembros por palabras y toques, que se transmitían a quienes ingresaban , después de un riguroso examen, convirtiéndose en una sociedad iniciática, en donde ingresaban haciendo pacto de sangre, y jurando , mantener sigilo de todo lo acontecido en el taller y en la orden, y pagando con su vida el incumplimiento de lo pactado. Todo esto fue limitando el desempeño de otras actividades diferentes a las laborales por fuera de la organización, y se encontró obligada a desarrollar estas actividades al interior de una organización no creada para ello, generando espacio de trabajos en el taller, tendientes al desarrollo intelectual y personal de sus miembros; y se adelantaron trabajos con las mismas herramientas, ya no desde el punto de vista físico, sino simbólico, apareciendo las planchas científicas, filosóficas , sociales y políticas, que fueron generando dos tipos de masonería: la operativa y la simbólica, permitiéndose el ingreso de personas no sólo profesionales de la construcción, sino inicialmente aquellos que por su posición social o económica, permitían el desarrollo progresivo de la masonería por sus aportes contractuales o por el engrandecimiento científico, filosófico o social de nuestra augusta orden.


La proyección exterior de las ideas sociales y políticas desencadenó una mayor persecución, sobre todo cuando en una sociedad feudal, manifestó que el ejercicio del poder político debía marchar separado del poder religioso, desatando la mayor persecución de nuestra historia, lo cual costó la vida de muchos masones, respondiendo con mayor sigilo en sus actos.


La masonería desde entonces generó el pulimiento de la PIEDRA BRUTA simbólica, nuestra personalidad; y nos enseñó a ser hombres libres y de buenas costumbres, hombres de blanca pureza en nuestras manos; generó una hospitalía para ayudar y socorrer a nuestros HH:., y luego lo hizo extensivo para ayudar a profanos, siempre con ese gran sigilo.


Cuando quienes estamos hoy aquí ingresamos, hicimos pacto de sangres y juramos responder con nuestras vidas el incumplimiento de ese juramento; pero eso no sucederá, lo cual no implica el incumplimiento de ese juramento.


QQ:.HH:.-¿ Hemos cumplido con socorrer a nuestros hermanos y ayudar al profano?


¿Hemos conspirado contra nuestros HH:., por diferencias banales, o hemos utilizado la llana en nuestras fraternales controversias?


¿Hemos guardado sigilo de lo acontecido en logia?


-0- ¡QQ:.HH:.! ¿Sois Masón?


Seg:. Vig:. Reina el silencio en mi columna V:. M:.


Prim:. Vig:. Reina el silencio en ambas columnas V:. M:.


V:. M:. Si reina el silencio, ésta plancha ha terminado.



viernes, 3 de septiembre de 2010

DIOSES Y ESCLAVOS



Esta plancha es de la autoria del Q:.H:. Osvaldo Diaz miembro activo de la Gran Logia Nacional De Colombia en el Or:. de Cali, presentada en una visita que realizo a la Resp:. Log:. Mixta Obreros de la Libertad # 11.


Han pasado muchos años desde cuando mi cerebro, aún pueril, empezaba a cuestionar las incógnitas que mis sentidos me planteaban. Fueron aquellos tiempos, que todavía persisten en vivencias, que desearía repetir en un hipotético viaje, montado en un rayo de luz que curvara el espacio – tiempo de mi existencia y me pusiera en contacto con el pasado. Pero el pensamiento “viaja” más rápido que la luz y es capaz de escudriñar en la memoria y retrotraerme las vivencias de aquellos tiempos cuando sentado en un pupitre de dura madera, que no contemplaba la ergonomía que hoy tienen los modernos, escuchaba las clases que uno y otro profesor, desfilando en forma parsimoniosa y puntualizando la temática a tratar, iban hilvanando, con precisión milimétrica, los conceptos que pretendían los asimilara el consciente y se introdujera en el subconsciente, para que éste los procesara y los convirtieran en argumentos con qué enfrentar los conocimientos venideros, y hacerme cada dìa más capaz de discernir los de ciencias naturales, tecnología, ciencias sociales, religiones, políticas y matemática. Los docentes y mis padres lo esperaban de esa manera. Eran aquellos tiempos en que estudiar y aprender era un deber que cumplir y un compromiso consigo mismo, con la familia y con la sociedad; así lo entendía y mis condiscípulos también.


Recuerdo aquellas horas de clase de sociales en las que el profesor nos mostraba y enseñaba cómo determinar las diferencias de horas de meridiano de un lugar a otro, en el azul y de otros colores vistosos del globo terráqueo metálico, que montado en un soporte que contenía un arco graduado en grados centígrados, señalaba la latitud de un punto terrestre en cualquiera de los hemisferios. En aquellas clases, las que correspondían a geografía, el profesor se sesgaba hacia rudimentos de astronomía, política, economía, religión, ciencia y tecnología, y relacionaba éstos temas de las clases con tal concatenación que daba la impresión de no poderse hablar de uno de ellos en forma aislada de los demás.


Viene a mi memoria que en cierta ocasión cuando estudiábamos la cultura mesopotámica, el viejo maestro de sociales, que ya empezaba a mostrar pliegues de arrugas en su cara, que enmarcaban unos ojos vivaces, penetrantes y auscultadores, que revelaban el cansancio que cargaban a causa del tiempo que aún pasaban escudriñando el desarrollo de las culturas añejas, nos invitaba a que estudiáramos la religión y la política de ese pueblo, y detectáramos la influencia que éstos aspectos de la vida social tuvieron en el desarrollo o en el atraso de ellos. Nos decía que para empezar a conocer cualquier civilizaciòn se debía tener como cosa fundamental el estudio de sus aspectos religiosos y políticos. El maestro aseguraba que tenía la certidumbre de que llegaríamos a entender bien las grandes civilizaciones al darnos cuenta de la incidencia, que para bien o para mal, han tenido la religión y la política en el desarrollo o en el atraso en lo económico, lo científico y lo social.


En esa ocasión, y en las que trataba de otras culturas, el viejo maestro – aquí el término viejo lo uso con el significado de merecedor de respeto, admiración y de portador de vivencias y sabidurías que aprender y seguir para orientar una buena vida- nos enseñaba los aspectos religioso y político de la cultura sumeria. Nos decía, pronunciando las arrugas de su cara, que orientáramos el estudio de esa cultura en lo referente a las creencias relacionadas con sus deidades; que nos fijáramos cuan politeísta había sido esa cultura, la que centraba todos los aspectos de la vida comunitaria en el supuesto accionar de esas divinidades, que la clase sacerdotal manejaba con convincente maestría en los templos, alrededor de los cuales giraban todas las decisiones a tomar sobre las cosas que se relacionaran con el desenvolvimiento y aseguramiento de la comunidad.


Las horas de aquellas clases me eran interesantes e interminables, pues esperaba ansioso la llegada de la noche para buscar a simple vista, como lo habían hecho los antiguos persas, las constelaciones de las que me había hablado el profesor.


Una noche, el cielo estaba despejado de nubes, cubierto por un velo negro y tachonado de estrellas; la Luna había desaparecido. Instalado en un cuarto oscuro, desde el cual podía ver a plenitud el firmamento, sin perturbación de luz alguna y del medio que rodeaba mis ojos, pues sólo necesitaba luz, pero luz que iluminara mi mente y produjera conocimientos, y desde donde podía buscar y observar constelaciones: “Allá está escorpión como un rey, en medio de Libra y Sagitario, mostrando orgulloso las brillantes estrellas que configuran su imaginado cuerpo, desplazándose, como todo el universo, de tal manera que ya no aparece en el mismo lugar del espacio - tiempo en que lo contemplaron los sumerios, dejándole el lugar a Libra. Estamos acercándonos a la navidad, y tengo la suerte de encontrarme en una parte de nuestro planeta desde el cual puedo apreciar esas constelaciones. ¿Qué llevó a los sumerios a pensar que ese conjunto de estrellas, y las del resto de constelaciones que conforman el zodiaco, eran lugares habitados por dioses que determinaban sus destinos? Quizás con ello se daban explicaciones, con el supuesto actuar de esos dioses, de todos los fenómenos que sucedían alrededor de sus pueblos; les era inconcebible que algo sucediera sin que alguien lo hiciera. Así encontraban justificación del por qué de las inundaciones; de las cosechas abundantes o la pérdida de las mismas; de las invasiones de plagas; de las largas sequias o de las pestes que azotaban a la población, y del por qué obedecer ciegamente lo que los sacerdotes y el mandatario dispusieran” – reflexionaba.


Escudriñando las enciclopedias y algunos tratados sobre cultura del Medio Oriente, pude entender que los sacerdotes sumerios eran los interpretadores de los deseos y voluntades de los supuestos dioses que habitaban las constelaciones, y marcaban la pauta a seguir. Ellos señalaban, según sus conveniencias, a los culpables de los desastres acaecidos para que fueran castigados. De ese señalamiento no se escapaba el rey, si este se atravesaba en los intereses económicos y políticos de la casta sacerdotal, ni los pueblos enemigos a los que había que castigar y someter. El rey seguía al milímetro las observaciones sacerdotales, que los escribas las comunicaban al pueblo para que éste siguiera las orientaciones dadas. Pude darme cuenta, entonces, que los hombres dedicados a hacer, celebrar y ofrecer sacrificios religiosos, exigían ofrendas al templo para aplacar la ira de un dios ofendido; lo que hoy se ha cambiado por el aporte que hace la feligresía, que en algunos grupos religiosos es una obligación, y corresponde al 10% de lo que cada feligrés gane mensualmente, como era obligatorio pagar al rey por las mercancías que entraran o salieran del puerto en la antigüedad. Hay que ver lo que esos diezmos representan. He observado que al poco tiempo de aparecer un grupo religioso, la casa que han alquilado para transmitir sus predicas ya la han comprado, incluyendo las de al lado, si es que algún feligrés, esperanzado en ganar el reino eterno, no la ha donado caritativamente. Me pongo a pensar que si esos diezmos se utilizaran para estimular la creación de microempresas que favorecieran a la feligresía, bajaría notablemente el desempleo, y esos prosélitos tendrían un nivel de vida mejor; lo que significaría que Dios los estaba favoreciendo.


Pude darme cuenta que los sacerdotes, al verter en los dioses las virtudes, debilidades, deseos y placeres de los seres humanos, sacaban como consecuencias que estas deidades obraban siguiendo sentimientos de satisfacción o rechazo; que los pontífices, considerados los directos y únicos oidores de los dioses, eran los indicados para resolver las vicisitudes del reino, y que convencidos de las relaciones entre los dioses de las constelaciones y el destino de los hombres, los sumerios se habían visto en la necesidad de desarrollar técnicas mecánicas y de conteo para ubicar las estrellas zodiacales en el espacio sideral, y así los dioses, que les habían inspirado esas técnicas, estuvieran satisfechos de la interpretación que este pueblo estaba haciendo de sus designios. Fue cuando pude decirme: “Eso en nada a cambiado para muchos charlatanes que pretenden ser intérpretes de las influencias que ejercen las constelaciones en la llamada astrología, - que dicho sea de paso fue el inicio de la astronomía – que llena espacios en la prensa hablada, en la escrita o en la televisada de países del llamado tercer mundo. Claro está que eso hace parte del cabestro y la venda que frena los posibles impulsos que pueda tener la gente de ver las cosas desde puntos de vista diferentes”.


Veía cómo la actitud religiosa de los sacerdotes sumerios los había forzado a producir los conceptos relacionados con el conteo y con la medida de ángulos, los que emplearon en la construcción de lo zigurat desde donde hacían sus observaciones astronómicas, y que todavía se siguen utilizando y enseñando en las escuelas como cosas fundamentales y de gran utilidad para entender gran parte de la ciencia y desarrollar tecnología. Por mi mente pasaron aquellos conceptos que en otros tiempos le perturbaron y mortificaron la tranquilidad a muchos de mis condiscípulos. Recordaba el temor que sentían cuando teníamos que someternos a una prueba de conocimientos geométricos, y las dificultades que pasaban para entender el por qué Paris y New York no registran la misma hora del día. Por mi parte, había observado que la relación entre el poder político y el religioso de los sumerios era estrecha e interdependiente: los sacerdotes “consultaban” a los dioses los pasos que debía dar el rey para gobernar, y éste actuaba siguiendo los designios que le señalaban las constelaciones, como si realmente habitaran en ellas dioses que marcaran su destino.


Metido en el estudio de otras civilizaciones, de las que el mundo ha tomado sus enseñanzas, me di cuenta que todas habían estado, y algunas todavía lo están, atestadas de relaciones entre política y religión. Observaba cómo en la gran civilizaciòn griega, que por muchos siglos fue tomada por el resto del mundo como paradigma a seguir, de la que aún aparece uno que otro concepto que no escapa a las hipotéticas afirmaciones de las acuciosas mentes de los antaño pensadores griegos, o que su lengua sirva para nominar un concepto nuevo, sus dirigentes no tomaban decisiones gubernamentales, y de otras índoles, sin haber consultado los oráculos; famélicos por saber qué les deparaba el futuro.


Habiendo observado todo eso, pude darme cuenta que ciertas creencias todavía las siguen teniendo en cuenta las gentes de ciertos pueblos que creen que por haber nacido bajo uno u otro signo zodiacal, éste les marcará para lo que están predestinados, ignorando el medio social donde se desenvuelven, y que tienen cargas genéticas que les impulsaran a seguir ciertas conductas y buscar ciertos intereses sociales e intelectuales. Me daba cuenta cómo esas grandes masas de individuos, que constituyen casi la mayoría de la gente de esos pueblos, continúan siendo como los esclavos que otrora lo eran en grandes civilizaciones, sin percatarse que el mundo ha evolucionado y está marcado por las decisiones políticas de sus gobernantes, - los que muchas veces actúan en forma contraria a los intereses de quienes los han electos para que gobiernen u organicen la Nación en sus nombres, convirtiéndose en autoritarios y arremetedores contra esos electores- y por los movimientos de las economías, los adelantos científicos, el desarrollo tecnológico y la evolución genética de sus gentes.


Observaba, además, que la gran mayoría de individuos de países atrasados, “o en vías de desarrollo”, como se dice eufemísticamente, aún continúan ateniendo sus acciones a esa astrología insulsa, a las predicciones de adivinos, a las concesiones de alguna divinidad facilitada por intercesores, o a creencias religiosas que los mantienen en un atraso impresionante.


Hoy las religiones y las políticas no se “imponen por la fuerza” como en la época en la que los Torquemada ordenaban la tortura o la hoguera, hasta la muerte, para los herejes, las brujas y brujos, los acusados de tener pacto con el creado demonio, sin juicio legal alguno, y el encarcelamiento y muerte de sabios por atreverse a hacer afirmaciones científicas que la observación y la repetición en un laboratorio confirmaban como verdades irrefutables. Sino que se trata de transmitir, con un velo de aparente verdad, afirmaciones que ya han sido negadas por verdades científicas; verdades que ponen en peligro las creencias que infunden. Esgrimen argumentos sacados de escritos que no resisten el mínimo análisis de lógica elemental, que muchas veces son interpretaciones de cosas o hechos no demostrados, tomados al acomodo de intereses grupales y / o mal interpretados, sembrando, en mentes débiles, aseveraciones a las que no se puede dar criterio de verdad o falsedad, porque pertenecen a la categoría de sentimientos, como lo clasifica esa parte de la ciencia abstracta que se llama Lógica.


Hay que ver el énfasis que ponen los comunicadores de esas afirmaciones, con aparente signo de verdad, cuando las dicen. Asumen una actitud en su dicción que aterroriza a los oyentes feligreses, a los que doblegan de esa manera para que cumplan a cabalidad lo que pregonan. También los hay que se van al otro extremo: ponen unas caras de buenos que aparentan la bondad materializada, y sus palabras hacen brotar lágrimas a sus prosélitos, quebrándoles sus voluntades; en fin, aplican el poder de la palabra y la actuación. Mas no la palabra que realmente lleva el mensaje cifrado que enseñaron los antiguos maestros del esoterismo como Buda, Jesús, Zoroastro, Mahoma, Pitágoras y otros, sino la convincente palabra que mete la mano al bolsillo.


Después de esas pocas observaciones, llegué a la conclusión que los esclavos aún existen, sólo que hoy no están atados a cadenas o controlados por grilletes, sino que las cadenas y los grilletes que los atan son: por un lado la ignorancia, el más fuerte de los grilletes, y por otro, las ideas que les siembran en sus pobres cerebros algunos orientadores espirituales o políticos, y que magistralmente dan a conocer ciertos comunicadores, que siendo escogidos para ello también se convierten en esclavos.


El hombre, en su desesperación por salir de las circunstancias adversas que padezca, o por su naturaleza de querer dar explicación de algún fenómeno que observe, es llevado, muchas veces, a formular hipótesis de solución fundamentadas en alguna o algunas divinidades que le o les permita(n) obtener respuesta de lo que su intelecto no alcance a comprender; lo que aparentemente corresponde a algo innato en el ser humano. Sin embargo, esto no es un juicio universal, puesto que existen tribus, en las selvas de algunos continentes, que no atribuyen los fenómenos naturales a los padecimientos personales o colectivos a divinidad alguna, y tampoco la tienen para justificar de dónde supongan viene su existencia.


La cultura, la que no debemos identificar sólo con las manifestaciones artísticas de un individuo o pueblo, ni con el conjunto de las tradiciones, creencias y costumbres ancestrales populares, es el fruto de la transformación de la naturaleza por el hombre. De acuerdo con esto, podemos afirmar, que de su naturaleza pensante el hombre ha creado la cultura de la o las divinidades.


Por otra parte, si admitimos, como es de derecho humano, que cada quien tiene el derecho ineludible de creer en lo que quiera; de darse su propia cultura religiosa, política o de cualquier otra naturaleza, también debemos admitir que el mismo derecho tienen los que no creen en divinidad alguna, que tienen sus propias ideas políticas, y que su religiosidad está dada por su continua búsqueda de la verdad científica, o que simplemente son agnósticos.