miércoles, 4 de agosto de 2010

FRATERNIDAD Y TOLERANCIA



Por: Fabian Velez
M:.M:.

QQ:.HH:.

El día que fuimos iniciados en los augustos misterios de la masonería, se nos dijo que ingresábamos a una fraternidad o hermandad universal, sustentada en unos antiguos usos y costumbre que eran comunes a todos los masones sobre la faz de la tierra.

Todos los textos masónicos pregonan esa unión universal, e incluso motivan al aprendiz a conocer talleres de otros Orientes y Valles, así como a entablar relaciones con todos los HH:. que se pueda conocer.

En contraposición, pocos son los textos que nos preparan para afrontar la realidad que implica descubrir que dentro de la Orden, existen divisiones, facciones, vertientes e inclinaciones que denotan una diversidad de potencias, ritos y costumbres pero, a pesar de ello, poco a poco aprendemos a manejar las diferencias de la mejor manera posible.

Así, con el paso de los días, se torna intrascendente la creencia religiosa, la posición política, el esoterismo o el racionalismo de nuestros HH:. siendo entonces evidente que la masonería, como forma de superación personal, nos señala un camino de debate, análisis y autocritica, que nos hace más fácil el manejo de todas estas divergencias.

Esto se resume en los principios de fraternidad y tolerancia, entendido el primero como el afecto que surge entre quienes se tratan como hermanos, y el segundo como el respeto hacia las creencias u opiniones de todos sus mienbros.

Pero, a pesar de ello, existen algunos temas que se tornan conflictivos e incluso insalvables y que son los que impiden que la masonería sea, realmente y en la práctica, una hermandad universal. Entre los más álgidos tenemos la laicidad y la diversidad de género.

Es aquí en donde se presenta la mayor división dentro de la Orden, estando de un lado los autodenominados regulares, quienes se identifican como deístas y masculinos y en el otro extremo las grandes logias liberales, pregonando laicidad y mixticidad.

Tomemos por ejemplo el tema de la mujer en la masonería; ríos de tinta han corrido respecto a este asunto y las discusiones siguen al orden del día. Aun hoy, existen masones que no aceptan la presencia femenina en las logias y condenan férreamente sus iniciaciones, llegando al extremo de tratar de ocultar que ha habido masonería femenina y mixta desde hace más de un siglo.

Esta misoginia masónica ha llevado al abatimiento de columnas de mas de un taller, cuando sus miembros, abogando por la igualdad hombre-mujer, han decidido iniciar a una representante de la otra mitad de la humanidad.

Incluso en latinoamérica, donde el machismo está firmemente arraigado en casi todas las capas de la sociedad, es cada día mayor el número de mujeres aspirando a ser miembros de la Orden, así como el número de talleres dispuestos a aceptarlas.

Y en cuanto a la laicidad, es incomprensible que algunas obediencias la pregonen hacia el exterior, pero no la practiquen a su interior, tratando de unificar la fe de sus miembros.

Irónicamente, quienes asumen esta última posición, entienden que la laicidad opera solamente frente al estado, cuando por definición, esta doctrina también defiende la independencia del hombre o de la sociedad, respecto de cualquier confesión religiosa, sin que ello conlleve al laicismo, que es una concepción filosófica diferente.

Pero la masonería va mas allá de todas esas mezquindades y, poco a poco, va relegando esos criterios obtusos al baúl de los recuerdos.

Este movimiento no tiene vuelta, y nos corresponde a nosotros, los masones que rompimos con una tradición excluyente, dar a las nuevas generaciones de iniciados, la preparación necesaria para aceptar, sin discusión alguna, la diversidad, dentro de la universalidad.


Recibid todos un T:.A:.F:.