miércoles, 25 de marzo de 2009

VISITA OFICIAL DE LA MUY RESP:. G:. LOG:. SOBERANA DE BAJA CALIFORNIA A LA RESP:.LOG:. MIX:. OBREROS DE LA LIBRETAD # 11

Q:.H:. Cipriano Alatorre Coll - Muy Resp:. Gr:. M:. de la Muy Resp:. G:. L:. Soberana De Baja California y el Q:.H:. Nando Jimenez 


Q:.H:. Cipriano Alatorre Coll - Muy Resp:. Gr:. M:. de la Muy Resp:. G:. L:. Soberana De Baja California, El Q:.H:. Rogelio Amaral - Dip:. Gr:. M:. de la Muy Resp:. G:. L:. Soberana De Baja California, El Q:.H:. Ivan Herrera Michel - Gr:. Canciller De La Federacion Colombiana De Logias Masonicas, la Q:.Hna:. Magdalena Guijarro Allieri - Ven:. M:. de la Resp:. Log:. Monte De Hermon # 1, El Q:.H:. Jorge Arciniegas Molina - Ven:. M:. de la Resp:. Log:. Mix:. Obreros De La Libertad # 11 y Los QQ:. HH:. Miembros de este Resp:. Taller.


Q:.H:. Cipriano Alatorre Coll - Muy Resp:. Gr:. M:. de la Muy Resp:. G:. L:. Soberana De Baja California, El Q:.H:. Rogelio Amaral - Dip:. Gr:. M:. de la Muy Resp:. G:. L:. Soberana De Baja California, El Q:.H:. Ivan Herrera Michel - Gr:. Canciller De La Federacion Colombiana De Logias Masonicas, la Q:.Hna:. Magdalena Guijarro Allieri - Ven:. M:. de la Resp:. Log:. Monte De Hermon # 1, El Q:.H:. Jorge Arciniegas Molina - Ven:. M:. de la Resp:. Log:. Mix:. Obreros De La Libertad # 11 y Los QQ:. HH:. Miembros de este Resp:. Taller.


Q:.Hna:. Magdalena Guijarro Allieri - Ven:. M:. de la Resp:. Log:. Monte De Hermon # 1, El Q:.H:. Ivan Herrera Michel - Gr:. Canciller De La Federacion Colombiana De Logias Masonicas y los QQ:.HH:. Freddy Silva Fernandez, Hernando Jimenez, Edwin Rodriguez, Jorge Maida, Guillermo Bolivar.




miércoles, 4 de marzo de 2009

COMO EL FENIX




Por: Fabian Velez Perez

        M:.M:.

Los hechos indican algo irrefutable: La asfixia intelectual a la que estaba siendo sometida la masonería colombiana esta terminando.


 Suena extraño referirse en esos términos a una institución histórica que a lo largo de los años ha sido ejemplo de libertad y fraternidad, con miembros destacados en el ámbito profano, ya fuera en la política, en las ciencias o en las artes y ni digamos en las letras.


Pero para entender esto, debemos remontarnos, sin profundizar en detalles, a los años 70, cuando la Orden en Colombia estaba prácticamente unida, siguiendo una sola corriente ideológica y además solida, financieramente hablando.


Dos décadas después, ya encontramos una masonería fraccionada, templos arruinados, talleres abatiendo columnas, y HH:. renegando de su membrecía, prefiriendo permanecer en sueños a participar de logias sin brújula, con miembros dedicados a esquilmar el tesoro del taller.


El panorama era desolador: aquí y allá se formaban Grandes Logias de efímera duración, se creaban y desparecían talleres cada día, y el numero de miembros bajó de forma ostensible, evidenciándose un descenso alarmante en el numero de solicitudes de ingreso.


Fue terreno fértil para que surgiera el caudillismo masónico, donde uno o varios HH:. se afincaron en los cargos directivos de los diferentes Orientes, rotándose las grandes maestrías y las veneraturas, ahogando a punta de mallete cualquier voz disidente a sus designios.


La masonería se convirtió entonces, en Colombia, en una figura hueca donde, contadas excepciones, se repetían las liturgias de manera mecánica, sin profundidad alguna, y el estudio se limitaba a la simbología masónica, sin dejar a los nuevos aprendices la posibilidad de opinar, disentir  o cuestionar.


La fraternidad se entendió como compadrazgo, la solidaridad como complicidad y el auxilio a los hermanos necesitados como premio al apoyo electoral.


Mientras tanto, los templos se venían abajo, tanto en lo físico como en lo intelectual.


Y entonces llegaron las aves de rapiña dispuestas a devorar al moribundo, sagaces encantadores de serpientes que con cantos de sirena anunciaban nuevos vientos, nuevos cambios, para finalmente mantener todo igual pero teniéndolos a ellos como protagonistas.


Se perdió toda una generación de masones, al punto que hoy, ya casi completada una década del siglo XXI, siguen sonando en muchos Orientes los mismos nombres de aquellos HH:. que se hicieron al poder cuando quien escribe era apenas un niño y que de forma delirante, desde sus lechos de muerte, sirguen queriendo dirigir los destinos de la Orden, luego de haber masacrado intelectualmente las bancas de aprendices y compañeros y destinado al fracaso las cámaras de los altos grados, gracias a un egoísmo material y a una ceguera intelectual tan grandes, que solo son comparables al tamaño de sus egos.


Se perdió la solvencia económica, los bienes de la Orden se despilfarraron y en últimas, a fuerza de decretos, se comenzó a estrangular a la Orden misma. Las irradiaciones estaban a la orden del día y fueron tantas, que los gabinetes de los Grandes Maestros mas parecían un laboratorio de pruebas nucleares.


La tolerancia se hizo escasa y el dogmatismo y el fanatismo se atrincheraron defendiendo la intolerancia, en beneficio de los reyezuelos de salón que convirtieron las dignidades masónicas, en remedo del despotismo ilustrado europeo.


Al paso de esta situación, algunas disidencias tuvieron mejor fortuna que otras, ciertas Grandes Logias alcanzaron alguna resonancia, pero el cáncer estaba latente y la bestia solo esperaba, agazapada, que el momento fuera propicio para dar el zarpazo, arrastrando hacia el abismo a estas nuevas obediencias que, en su afán de liberarse de los yugos, no se percataron que en su interior aun persistía el germen que estaba matando a la Orden.


Y de pronto, cuando nadie lo esperaba, en medio de las cenizas y la oscuridad surgió una nueva llama, tenue al principio, pero firme en intensidad; una luz al final de un túnel que sin seducir a nadie, esperó a que nos acercáramos a ella, para descubrir, con gran sorpresa de nuestra parte, que este nuevo fulgor mostraba el camino del cambio.


Comenzaron a surgir nuevos talleres, y algunos antiguos y en fase terminal han revivido como el fénix para retomar las armas del intelecto; muchos HH:. en sueños despertaron y otros renovaron sus ideales y se pusieron en línea de batalla para volver a la lucha en pro del ignorante y en contra del ambicioso, desenmascarando a los hipócritas.


Hoy, cuando renovamos nuestros cuadros directivos, tenemos en mente ese brillo, esa luz que indica renovación, cambio y superación, una trilogía de ideasque deben ser nuestras banderas, al lado de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

No podemos permitir que nuevamente campee en los talleres ese sentimiento egoísta y pretensioso que dio al traste con casi un siglo de historia masónica en Colombia; tampoco podemos permitir que los individualismos lideren los movimientos masónicos y mucho menos, que el caudillismo renazca al interior de los templos.


Debemos propugnar por la independencia ideológica, por la libertad de conciencia y por la búsqueda de la igualdad, para por ese camino, conseguir que los ideales masónicos prevalezcan sobre las taras humanas.


Recibid todos un TAF:.

LÍMITES DE LA TOLERANCIA Y LA FRATERNIDAD


Por: Iván Herrera Michel, 33°

La Fraternidad y la Tolerancia son vínculos Masónicos que constituyen, sin lugar a dudas, unos de los rasgos más característicos con que se conoce a la Orden en la sociedad civil y uno de los pilares fundamentales de la sociabilidad Masónica.

Y es afortunado su análisis en momentos en que muchas de las energías parecen convocarse para atender las adversidades de la coyuntura y las herencias de un pasado cismático con miras a colaborar en la construcción de un futuro superior.

Entre los Masones y Masonas del mundo se observa que comienza a consolidarse una tendencia de pensamiento que está llamada a producir hondas mutaciones en la configuración de la Orden en el futuro. 

Las nociones tradicionales que identificaban lo Masónico están siendo desplazadas en forma lenta pero consistente, por concep ciones que - inspiradas en referentes contemporáneos que invocan lo fundacional -, entienden que lo Masónico no se agota en la tradición, sino que es, por el contrario, un punto de encuentro que sigue siendo innovador.

En esta nueva acepción, lo Masónico incluye espacios liberales cada vez más amplios que no pueden ser legitimados ni gestionados en forma exclusiva y excluyente bajo la óptica ortodoxa. 

Etimológicamente el término Tolerancia deriva del verbo latino tolerar, que significa aguantar, soportar, resistir, sufrir, consentir, permitir, etc.  Y paradójicamente, de esta definición proviene la mayor perversión del concepto filosófico del término. 

Muy flaco favor nos haríamos si, como dice el filósofo español Fernando Savater, soportamos la antropofagia como una especialidad culinaria que no compartimos pero que habría que respetar, o dejamos introducir en nuestros Talleres paradigmas que pretenden ser verdades absolutas, para no quebrantar el principio de Fraternidad, y permitir una Tolerancia concebida en los términos del Diccionario de la Real Academia Española, que significa, en su acepción más conocida: "respeto o consi deración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque sean diferentes a las nuestras".

Dicho lo anterior, es conveniente aclarar que la Tolerancia como condición necesaria para la socialización no contempla complicidades silenciosas hacía todo tipo de doctrina.  No se trata del "todo está bien" por el que llegamos al "nada está mal".  A contrario sensu, en nuestro caso la Tolerancia se perfecciona en el respeto de todos por los valores primordiales de la Masonería, y va de la mano con el "combate activo contra el mal".

La Masonería, su necesidad de librepensamiento y su absoluto respeto por las convicciones de sus miembros, no es un orden vacio, sin reglas, ni valores, ni límites.

Muy por el contrario, permitir sin reaccionar la trasgresión de los límites del cimiento pluralista de la Orden, o los intentos de atarla a una doctrina religiosa, a un partido político, a intereses mezquinos, a solapadas discriminaciones o a referentes dogmáticos, coloca de presente la debilidad de nuestras convicciones filosóficas, cuando no la complicidad con quienes no respetan el terreno ideológico que se necesita para el ejercicio de la libertad de conciencia que ha caracterizado a la institución en los últimos cuatro siglos.

Una Masonería que se rehúsa a entregar una Tolerancia de alto nivel a la próxima generación, que se distingue por su indiferencia con respecto a las ambiciones, vicios y pasiones de sus miembros, a la que todo le da igual, y que se acostumbra a transitar por la calle del medio, a nadar entre dos aguas, por decencia, consideración o deseos de no polemizar, renuncia al contenido ético que soporta el deber ser institucional.  Es decir, pone en grave riesgo la posibilidad del libre examen que nos enorgullece.

De igual manera, podríamos referirnos a la Fraternidad Masónica, para el caso que nos ocupa no la que proclamó la Revolución Francesa del siglo XVIII, con matices políticos, sino la que se relaciona con el afecto y la amistad que nece sariamente produce el colegaje entre aquellos que unen sus vidas y sus esfuerzos a un proyecto trascendente común.

¿Debe un Juez Masón, en aras de la Fraternidad, absolver a un delincuente que asiste regularmente a una Logia Masónica?

¿Son tolerables todas las doctrinas y opiniones, cualquiera sea su naturaleza e intención, incluso a costa de que vayan claramente contra los derechos humanos y el progreso de la humanidad?

¿A qué estamos obligados exactamente, bajo la perspectiva de la Tolerancia y la Fraternidad Masónica, cuando nos referimos al régimen del Masón Augusto Pinochet?

¿Qué conducta debe asumir un Masón hacer cuando una Gran Logia comienza a girar en torno a los metales o cuando es evidente el aprovechamiento personal del patrimonio de la Orden? 

¿Estamos obligados a tener relaciones fraternales con las 51 Grandes Logias "de blancos" de los Estados Unidos y no con las 63 "de negros" ni con las femeninas?

¿Tiene derecho una autoridad Masónica a exigirnos antipatías hacia otros Masones o a arrastrar una Gran Logia hacia la confrontación con otra?

No sería sorprendente que la respuesta mayoritaria a estos interrogantes sea negativa, por lo que en consecuencia podríamos concluir que la Tolerancia y la Fraternidad Masónica tienen un sentido coherente con el discurso social y moral de la Orden y posee unos limites claros, como son los de que la obligación de tolerar y fraternizar - de un Masón con respecto a otro Masón, o en relación con otra Logia o Gran Logia - desaparece cuando uno de ellos se aparta del proyecto fundacional Masónico, o socava las bases de la libertad de conciencia del grupo. Lo anterior, aun en el evento de que el infractor se encuentre a plomo con los deberes formales de su Logia, aparezca en la lista de sus miembros actuales, ostente un alto cargo o de que la Gran Logia en cuestión seareconocida por una o muchas Grandes Logias.

Lo correcto para un hombre o mujer libre y de buenas costumbres es que en tiempos de dificultades, obre con el realismo, la cordura, el valor y la gallardía que el imaginario Masónico exige. 

Al hacerlo así, no me cabe la menor duda, la Orden merecerá el futuro, y la Masonería - la verdadera Masonería - saldrá adelante.